sábado, 22 de enero de 2011

SAMUEL

Los relatos que se narran en los capítulos 17 al 21 del libro de los Jueces no tienen nada que ver con los jueces, se han añadido aquí porque se refieren a acontecimientos anteriores a la monarquía.

Milká construye un santuario y paga a un levita de Belén para que sea su sacerdote. Es el único ejemplo de una imagen de Yahvé, en esta ocasión no se condena pero posteriormente se rechazará y estará totalmente prohibido.

La tribu de Dan que residieron algún tiempo en Sora  y Estaol fueron expulsados por los amorreos, así que tienen que buscar un lugar donde habitar. Se encuentran con el sacerdote de Milká y le piden que consulte a Yahvé para ver si está con ellos, al responderles que en efecto está con ellos se van muy contentos. Vuelven y se llevan la imagen y le proponen al sacerdote que les acompañe y así lo hace. Atacaron la ciudad de Lais que era tranquila, la arrasaron y se quedaron con ella cambiando el nombre de la ciudad por el de Dan.

Un levita, de la tribu de Efraín viaja de Belén a su tierra. Llegan a Guibea al anochecer y se quedan en la plaza, un anciano les ofrece hospedaje pero todo el pueblo va a la casa para molestar al forastero, le entregan a la mujer de la que abusan toda la noche y la maltratan. A la mañana la encuentran muerta. El levita pide ayuda a todas las tribus ante la infamia cometida por los benjaminitas. Se unen y atacan a los benjaminitas, y prometen no dar a sus hijas en matrimonio a esta tribu malvada, así que raptaron unas jóvenes de otros pueblos para dárselas a los de Benjamín ya que todas las mujeres habían muerto. Aquí se subraya la solidaridad de las tribus ante una infracción de la ley religiosa. También se ve la relajación moral del pueblo. 
 
Con Samuel se cierra la etapa de los jueces o caudillos de Israel. Él fue el último representante de los tiempos de anarquía en que las tribus carecían de cohesión entre sí, y las juzgó a lo largo de toda la vida (1Sam 7,15-17). Sin embargo, Samuel no solo significó el punto final de aquel período, sino que, al iniciar la serie de los grandes profetas de Israel con el ungimiento  de sus dos primeros reyes, Saúl y David (1Sam 9,27- 10,1; 16,13), dio paso a la institución de la monarquía y a la dinastía davídica.

Samuel pertenecía a la tribu de Leví. Su madre, Ana, era estéril y obtuvo milagrosamente un hijo al que llamó Samuel y consagró al Señor, dejándolo en el santuario de Silo al cuidado del sacerdote Eli (1Sam 1-2). Samuel es llamado por Dios de forma personal y él responde con una total disponibilidad. (1Sam 3,1-10). Los hijos de Elí eran malvados despreciaban las ofrendas hechas a Yahvé, aunque les recriminó el padre ellos no hicieron caso. Yahvé le anuncia la muerte de sus hijos y la promesa de un sacerdote bueno fiel a Dios.

En uno de los muchos enfrentamientos con los filisteos, Israel resultó vencido, el Arca de Dios fue tomada y murieron los dos hijos de Elí (1Sam 4,11). El conocimiento de estas desgracias precipitó la muerte del anciano sacerdote (1 Sam4,18). Los filisteos llevan el Arca al templo de su dios Dragón, a la mañana siguiente la imagen de Dragón estaba en el suelo roto y los filisteos enfermaron. Tanto miedo les dio el tener el Arca con ellos que la devolvieron con regalos para reparar el daño.

Samuel insta al pueblo a ser fiel a Yahvé, destruyendo los dioses falsos. Se reúnen todos los israelitas para purificarse, aprovecharon este momento los filisteos para atacar pero los israelitas les hicieron frente y derrotaron a los filisteos, recuperaron las ciudades que les habían quitado y mientras vivió Samuel los filisteos fueron humillados.

Cuando Samuel se hizo viejo puso a sus hijos como jueces, pero ellos no siguieron su ejemplo sino que se lucraron aceptando regalos y torciendo el derecho. Los ancianos piden a Samuel que les nombre un rey. La importancia de Samuel radica en haber hecho prevalecer una realeza que respetaba los derechos de Dios sobre el pueblo.

Dios le dice a Samuel que les nombre un rey pero que el pueblo sepa los derechos del rey indicando los inconvenientes, sin mencionar ventaja alguna, de tener un rey como las otras naciones (1Sam 8,11-17). A pesar de ello, el pueblo insiste en tener un rey.

Quis, de la tribu de Benjamín tenía un hijo llamado Saúl. Un día se le pierden unas asnas y el padre manda a Saúl con un criado a buscarlas, no las encuentran y llegan a una ciudad donde está Samuel para consultarle como vidente, donde podrían estar las asnas. A Samuel Dios le había dicho que ungiese al joven, así que cuando se encuentran, Samuel le invita a comer. Samuel le unge con aceite y le dice que ha sido elegido por Dios como rey de Israel y le profetiza lo que va a suceder (1Sam10,1-8). Saúl fue elegido rey por suerte.

Los amonitas atacan a una ciudad y piden ayuda, Saúl reúne un ejército y va a socorrerles, vence al enemigo. El pueblo aclama a Saúl por rey (1Sam 11,15).

El rey elegido por el pueblo es nombrado por Dios, así su poder se relativiza, será como el lugarteniente del Señor (1Sam 12,22-25). El capítulo 12 es un discurso de despedida de Samuel, les recuerda todo lo que Dios ha hecho por su pueblo y les pide que sigan fieles a Él porque Él estará con ellos.

A partir de este momento, Samuel pasa a segundo plano y deja que el rey Saúl gobierne y juzgue al pueblo, pero seguirá teniendo influencia e intervendrá en momentos decisivos.

PARA REFLEXIONAR

1.-  Leer 1Samuel 3,1- 21) ¿Para qué llama Dios a Samuel?

2.- ¿Por qué el pueblo quiere un rey? ¿Qué aportación positiva o negativa puede aportar el gobierno de un rey?

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